lunes, 23 de julio de 2012

Una tarde con Nono García


Agradecer a Nono García la agradable tarde que nos brindó en su estudio así como dejarme tomar unas fotografías del mismo. En este enlace podéis conocer más de cerca al autor y su obra: http://www.nonogarcia.es/

Siempre que he pensado en el estudio de un pintor mi mente me transporta al París de la bohemia, a esos áticos llenos de madera, de pintura y de colores. Espacios donde la creación parece ocupar todos los rincones y uno puede observar el mundo a través de la lente artística. Por eso ayer, cuando era ya domingo por la tarde y uno está en ese estado de muerte milimétrica, de cansancio y resaca consumada, no pude evitar sentir un escalofrío cuando recibí la llamada de Pedro García invitándome a acompañarle a Mula para visitar al pintor Nono García. A Nono lo conocí hace un par de años cuando presentó su exposición en una galería de Molina, también fue Pedro García el que me acercó a él y su obra y desde entonces no ha dejado de sorprenderme. Primero lo hizo con sus bodegones y sus cielos de Gris de Payne, su forma de tratar el cristal y los espacios de la ausencia. Y ahora, es en la acuarela donde el pintor se expresa y nos cautiva.


Cuando Nono nos abrió la puerta mis ojos se fundieron con el sol de la tarde que entraba a nuestra espalda y los cuadros apilados en la entrada. Dándonos la mano nos invitó a pasar y allí comenzó el viaje. Mientras hablaba iba mostrándonos algunos de sus cuadros, cuadros de hace tiempo y otros más recientes, cuadros que iba descubriéndonos y donde nosotros nos perdíamos durante unos segundos por las ciudades de Madrid o de Valencia, por rincones de Oviedo o de Murcia. Algunos con detalles minimalistas que hacían centrar tu atención en las ventanas de los pueblos, aquellos rincones donde se acumulan las macetas, donde siempre huele a tierra mojada y nos pasan desapercibidos y sobre todo en sus vasos, porque Nono García no pinta vasos, dibuja ausencias encerradas en cristal. Después nos invitó a la sala principal y fue allí donde pudimos entrar en contacto con el verdadero espacio creativo, con la mesa del pintor donde se acumulan platos con restos de pintura, donde se alinean los pinceles esperando ser usados, las cajas de acuarelas y sobre todo bocetos de cuadros ya terminados y otros que están por pintar. Era imposible no perderse entre los colores del cuarto, entre las libretas de pintor y el caballete sin lienzo que parecía ya avisar que allí era donde se creaban las ausencias que Nono nos remarca.



Después de echar un vistazo a todo aquello nos sentamos y Nono nos habló de sus proyectos, del futuro y del pasado, nos hablaba mientras su vista también se perdía entre los bocetos de la mesa que nos iba pasando para contemplarlos. Porque si algo aprendí aquella tarde es que Nono García es un pintor que se ha hecho a sí mismo y que sigue haciéndose, que sigue creciendo como pintor y en su amble charla uno siente la pasión por el arte, por la pintura y esa forma de alcanzar la belleza a través de la acuarela. También aprendí que a veces no hace falta soñar con Paris, que Paris a veces está en todas partes, en los lugares donde gente como Nono lo hace posible, lo crea para nosotros y porque Nono García es ya Paris, un Paris dentro de un vaso dejándonos imaginar sus calles entre las aristas de la ausencia. 













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